Hemos leído muchas veces si ¿el líder nace o se hace?, pero en este caso, quiero centrar la reflexión: ¿el empresario nace o se hace?, ¿cuál es el camino de directivo a empresario? Os comparto mi propia experiencia personal en este proceso.
La promesa de la estabilidad: ¿realidad o mito?
Desde pequeño muchos de nosotros escuchamos la promesa de estudia una carrera, sé trabajador y buena persona y podrás tener una buena vida… Parecía la tierra prometida, “si eres bueno te iría bien”. Y bajo esta creencia grabada a fuego, uno iba quemando etapas. Colegio, bachillerato, universidad… y qué mejor que hacer oposiciones o trabajar en una gran multinacional. Nada podía salir mal.
Avanzando con un propósito, pero sin encontrarlo
Y así fui avanzando, nunca fui un gran estudiante, pero tampoco nada malo, acabé mi selectivo de ciencias y pude estudiar la carrera que quería y terminarla en los años requeridos, ni uno más ni uno menos. ¡Y orgulloso estaba de ello! Compaginándolo con mucho deporte, con novia y erasmus. No era una rata de laboratorio. ¡Ni tan mal!.
Ya me incorporaba al mundo empresarial, y en busca de mi tierra prometida, allá por finales de los 90, empecé un periplo por diferentes ciudades españolas en empresas nacionales e internacionales de carácter multinacional.
Desilusión y aprendizaje: La falta de pasión y compromiso
Tengo que estar agradecido a lo que aprendí, programas de formación intensivos que en nada tenían coherencia con lo que vivíamos en el día a día en las diferentes posiciones en las que trabajaba. Entornos con falta de pasión, de compromiso, de vocación. Falta de referentes de los que aprender, de los que sentirse orgulloso.
¿Es esto lo que quiero? Reflexión crucial en el camino hacia el cambio
Queriendo aportar mi granito de arena para que las cosas se hicieran mejor, que la empresa y el equipo pudieran crecer, queriendo asumir retos y responsabilidades. Pero encontrándote piedras en tu camino, personas cercanas que te invitaban a ir más despacio, a mirar a otro lado, o por el contrario personas en el otro lado del océano que igual que habían decidido invertir en un proyecto que tú liderabas, dejaban de hacerlo y te pedían que deshicieras todo lo que habías construido.
El momento de la verdad: De directivo a empresario
Te paras un día y piensas, ¿es esto lo que quiero?, ¿es esto de verdad una tierra prometida?, ¿ser un gran directivo de una multinacional y posiblemente divorciado vale la pena? Tenía clara mi respuesta, e insisto en que era la mía. NO. Mi madre no entendía NADA. Iba a dejar lo que ella pensaba era la tierra prometida por empezar un viaje por el desierto, mi viaje.
El regreso a la simplicidad: De nuevo en una PYME
Si hasta aquí había llegado, con todo lo que sabía debía volver a la casilla de salida, tragándome mi orgullo y mi vanidad para con todo lo que había vivido y aprendido, empezar el proceso desde una posición más sencilla, en mi tierra y en una pequeña pyme en el área de operaciones. Pero confiando en mis posibilidades en que desde ahí podría volver a crecer. Ya tenía un nuevo objetivo: quería ser director general de una PYME industrial que me permitiera ser marido y padre.
El primer mentor: Aprender y crecer en consultoría
En este proceso conocí a mi primer mentor, alguien con quien trabajé varios años y que me ayudó a crecer y a darme la posibilidad de entrar en el mundo de la consultoría. Un mundo en el que poder crecer, aprender, desarrollarme y potenciar lo que pensaba en aquel momento era mi propósito personal, ser Director General de una PYME industrial y crear una familia.
La importancia de ser coherente: Mi mantra personal
La consultoría me ha permitido vivir multitud de situaciones, muchas en terceras personas, al trabajar por ayudarles a responder a sus retos y aprender lo qué habían hecho bien y mal para llegar a esas situaciones, pero lo que más me fue enganchando fue que pude encontrar en Improven una doble vertiente para mí muy importante, el reto permanente por aprender y a la vez empezar a dirigir la empresa, y sin duda otra vez la coherencia por aplicarme lo que transmitía fuera.
De trabajar para otros a crear con otros: La transición definitiva
Y un día, con un cliente, amigo y ahora socio, apareció el siguiente punto de inflexión. Le transmitía lo importante que era formarse y aprender para poder ser útil al mercado, y su reflexión me dejó pensativo… No es para serle útil al mercado, sino para serte útil a ti. En este momento surgió en mi cabeza que no se trataba de trabajar como director general para otro, sino ser el director general de mi propia empresa. Aquí hice mi primera inversión en una start-up en el mundo del mueble, justo en el momento de la crisis financiera cuando todo era negro y aparentemente sin esperanza.
Aprender a invertir y asumir riesgos con propósito
Coger mis ahorros e invertirlos, pero otra vez bajo ciertos principios. Hacerlo con personas que valían la pena, con las que estaba a gusto, en un entorno en el que mi opinión tuviera peso con lo que si acertábamos o nos equivocábamos dependía de nosotros, y por lo tanto me permitiera aprender, y si finalmente ganábamos dinero pues ya impresionante.
Decisiones difíciles y la experiencia de ser empresario
De trabajar para otros a crear con otros, esta experiencia fue también impregnando lo que entendía que debía ser mi trabajo de todos los días. De gestionar la empresa de otro a asumir el reto de comprarla con compañeros del día a día con los que compartía muchos valores y principios, y también tomando consciencia en momentos críticos con quien hasta aquí habíamos llegado.
Superando desafíos: El COVID como prueba de fuego
Una cosa es ser compañero y otra socio. No con todos es posible y eso supone volver a tomar decisiones difíciles. Invertir, elegir, expulsar y arriesgar para seguir siendo cada día más coherente con lo que sientes, con quien eres y con lo que sueñas. Y a los seis meses llegó el COVID, os aseguro que no estaba en el Business Plan, las proyecciones se fueron al traste y hubo que tomar decisiones difíciles otra vez para sortear aquella situación.
La importancia de ahorrar y tener tranquilidad financiera
Quiero destacar que este proceso no hubiera sido posible sin haber vivido por debajo de lo que podía permitirme económicamente. Ahorrar me permitió aprovechar las oportunidades y asumir riesgos. El nivel de vida de mi familia no se iba a ver afectado por estas decisiones, y eso me generaba tranquilidad. En caso contrario me hubiera visto encadenado a la rueda de la rata, pero ya no en mi empresa, sino en las multinacionales en las que empecé a trabajar.
De la búsqueda personal al impacto social: El propósito se redefine
Y desde ya una posición más senior, mi propósito se ha ido perfilando, desde una perspectiva más personalista y egocéntrica hasta una más social, de impacto, de legado. En qué medida, el viaje personal es útil para otros, en qué medida lo importante no es lo que uno logra sino lo que uno impacta.
El legado empresarial: Lo que me hace feliz ahora
Qué feliz me hace ver crecer a otros, generar oportunidades para crear valor que permitan a otras personas lograr sus sueños y sin duda a que parte de ellos sean compartidos con los tuyos. Porque sólo se llega más rápido, pero bien acompañado se llega más lejos, incluso cuando uno ya no está para verlo.
Conclusión: Un viaje que no termina aquí
Y esto no ha hecho más que empezar, para nada puedo decir eso de “That´s all folks!“, aún queda mucha cuerda para rato y muchos sueños por seguir creando y compartiendo. Uno de ellos es esta web personal en la que compartir y aprender con y de otros.
Nos vemos…
